En nuestro día a día conocemos personas que creemos gozan de éxito, reconocimiento profesional, buena reputación, ampliamente estimadas o con una experiencia pública de seguridad y sin embargo en su interior se encuentran profundamente insatisfechas, ansiosas y/o deprimidas. Proyectan una falsa apariencia de ser eficaces y respetadas pero en su interior no existe este sentimiento. Muchas veces los seres humanos creamos la ilusión de ser felices, eficaces y tener una posición admirable como mecanismo de protección para disminuir la ansiedad e inseguridad que podemos estar sintiendo.
¿Que es una mascara?
Una máscara es una cobertura de la cara, que quien la usa comunica una identidad diferente a la propia. En la vida cotidiana los seres humanos utilizamos una cantidad de máscaras que responden a los diferentes roles que desempeñamos en la vida y que no siempre corresponde a lo que en realidad somos, sino mas bien a la forma como queremos que nos vean.
¿Porque los seres humanos utilizan una mascara?
Ocultarse es de las primeras reacciones del hombre ante las faltas cometidas y cuyo origen se encuentra en el miedo a ser descubiertos quien se es en realidad y cuales son las verdaderas intenciones de nuestro corazón.
Detrás de una ‘máscara’ encontramos un común denominador: El miedo. Usamos máscaras por miedo a expresarnos, miedo a ser juzgados, miedo a ser reprobados, miedo a no obtener la aprobación de los demás, miedo a que nos conozcan.
Ahora bien, yo aquí quiero hacer un inciso, ya que para mi es importante hablar de un tipo de máscara cuya característica principal no es tanto el miedo a ser juzgado, sino la necesidad de tener todo controlado para quedar siempre bien (independientemente del daño ajeno, aunque finja que le importe). Es lo que yo llamo: “máscara de la falsedad”. Son personas que se ponen la máscara para salir de casa, para funcionar en el trabajo, en el área familiar y social, pero cuando se meten en la cama la dejan en la mesilla y se convierten en personas calculadoras, personas que juegan con la información para colocarla de tal manera que siempre queden bien y, si es necesario, no tienen problema para quedar de víctimas. Aparentemente nunca quieren decir nada para herir y siempre miran por los demás, pero no es así. Son personas que a menudo se disfrazan de corderos pero que en realidad son lobos dispuestos a atacar donde más te duele con tal de lograr sus objetivos. Aquí yo englobaría a lo que se conoce socialmente como “manipuladores”: juegan con tus emociones, generan un profundo sentimiento de culpa y una falta de confianza en tus capacidades, de manera que terminas siendo una pieza más dentro de su juego.
Cuando esta situación se repite a lo largo del tiempo, corres el riesgo de llevar una vida que no es la que deseas pues, sin darte cuenta, te has puesto a sus órdenes y has supeditado tus necesidades y deseos a los suyos.
Me gustaría que te pararas a pensar cuántas personas conoces que dan la impresión de encantador o encantadora pero que detrás de esa mirada se esconde siempre algo diferente, algo raro…
Todas son producto de nuestra cultura, de la etiqueta preestablecida y de nuestro propio interior.
Las mascaras nos dan una falsa seguridad y nos resistimos a quitárnoslas aun cuando sentimos que seria bueno hacerlo. Protegidos por ellas, podemos vivir en una permanente soledad emocional; llena de secretos, de temor a ser descubiertos, a ser rechazados, juzgados, condenados o a hacer el ridículo. Sentimos miedo a quitarnos la mascara por varias razones: Nos da miedo la intimidad; Miedo a mostrar nuestro lado vulnerable, el lado oscuro.
- Funciones de la Mascara:
• Tapan mi realidad y me permite fingir lo que no soy
• Se usan para agradar y atraer a los demás
• Evitan que los demás vean mis debilidades
• Ayudan a conservar “las amistades”
• Se utilizan en la búsqueda de aceptación y amor
• Ocultan la verdadera identidad
• Hace que se vea a la persona no como es sino como desea ser vista.
Las máscaras tienden a romperse cuando nos enfrentamos a circunstancias impredecibles, estresantes o inesperadas; es decir circunstancias que salen de nuestro control.
Muy interesante tus comentarios de como nos resistimos a quitarnos las máscaras, a pesar del daño que nos causa y muchas veces termina en frustaciones
Así es, nos resistimos a quitarnos algo que en verdad nos está causando mucho dolor. Sólo cuando lo conseguimos hacer somos conscientes de la liberación que conlleva. Muchas gracias por tu comentario, siempre es interesante leer al respecto.
La verdad no se da, sino se demuestra racionalmente (porque todos van a creerse el darla). La libertad no se promete, sino se lucha a incomodidades contra toda cadena (porque todos van a adaptarla a cadenas). La poesía no se siente con o para una retórica o valoración de línea abrigante-protectora, sino se ha de identificar con tu único sentir, a veces contra todo. La justicia no se espera, sino se busca; pues si tú la esperas, la esperas «de lo que hay establecido» con pasividad; y si la buscas, ya dejas de consentir infraestructuras injustas o corruptas, y así mucho luchas por encontrarla para dársela a los demás.
La sociedad está contaminada de todas las mentiras que ella misma crea; por lo tanto, la sociedad por sí misma nunca jamás da el bien, sino lo da el que se prepara psicológicamente o seres excepcionales que se rebelan o que se contraponen (con un deber ético) a infinitas mentiras que se fortalecen más y más en la sociedad. José Repiso Moyano
La verdad no se da, sino se demuestra racionalmente (porque todos van a creerse el darla). La libertad no se promete, sino se lucha a incomodidades contra toda cadena (porque todos van a adaptarla a cadenas). La poesía no se siente con o para una retórica o valoración de línea abrigante-protectora, sino se ha de identificar con tu único sentir, a veces contra todo. La justicia no se espera, sino se busca; pues si tú la esperas, la esperas «de lo que hay establecido» con pasividad; y si la buscas, ya dejas de consentir infraestructuras injustas o corruptas, y así mucho luchas por encontrarla para dársela a los demás.